Estudiantes del Centro Educacional Alberto Hurtado fortalecen sus habilidades socioemocionales
04 Julio 2024
A través de talleres dirigidos a jóvenes de I y II medio, realizados con el apoyo de Fundación Irarrázaval, el Centro Educacional Alberto Hurtado (CEAH) de Quinta Normal, busca entregarles a sus estudiantes formación emocional.
Los talleres psicoeducativos para adolescentes, generados por el área de orientación y convivencia del CEAH iniciaron en abril con el objetivo de “contribuir en la formación integral de los estudiantes”, teniendo en consideración su diversidad, y la de sus contextos, realidades familiares, sociales, emocionales y trayectorias educativas, como explica el Hermano Javier Solís, sicólogo del establecimiento.
“Creemos en una educación integral, y es por eso que apoyamos proyectos que fomenten habilidades más allá de las técnicas profesionales, habilidades que les permitan a los jóvenes desarrollarse de manera integral. El hecho de adquirir habilidades socioemocionales le contribuirá a su éxito académico, profesional y su capacidad de aportar de manera significativa a la sociedad”, afirma León Urruticoechea, director de Gestión en Educación de la Fundación Irarrázaval.
Los talleres, que consisten en salidas pedagógicas y actividades de relaciones interpersonales, tienen como estrategia principal el generar didácticas de interacción social, expresión emocional y gamificación. “Los adolescentes requieren con urgencia contar con espacios de integración e interacción socioemocional con otros adolescentes donde puedan expresarse, conocerse, interactuar, compartir sus alegrías, miedos y dificultades. Espacios que les permitan hablar, emocionarse, compartir, jugar, dialogar, encontrarse con otros jóvenes que están en el mismo trayecto vital”, destaca el sicólogo.
Solís añade que luego que los adolescentes se conocen y se sienten aceptados, reconocidos y valorados, en los talleres se trabajan habilidades como: autoestima, valoración personal, conciencia emocional, autoestima académica, comunicación asertiva y relaciones interpersonales.
El Hermano Javier señala que el desarrollo de habilidades sociales es fundamental en el mundo de hoy, donde los jóvenes tienen múltiples expectativas, exigencias de sus familias, del medio, “los talleres dan esa posibilidad de vivir, compartir, reír, jugar, conversar, llorar y alegrarse por conocer a otros jóvenes que son sus espejos donde mirarse y que están vivenciando lo mismo”, comenta.
Además, afirma Solís, se busca fomentar la autoestima de los adolescentes: “La autoestima es un proceso maravilloso y trae consigo la motivación por acercarse a otros y por acercarse al descubrimiento de nuevas habilidades. Cuando me amo y me valoro voy por más”, afirma.
Espacios para generar lazos
Respecto a cómo han recibido los adolescentes estas actividades, el sicólogo señala que “les hace sentido participar de los talleres” ya que son espacios diseñados para ellos. “Llegan con mucho miedo, expectativas sobre todo de sus compañeros; al paso del tiempo se complementan, se generan lazos y amistades. Les gusta mucho conversar y expresar sus ideas, pensamientos, sentimientos y miedos. Sienten que estos espacios son de ellos” asegura Solís.
Además, añade, que participan de manera libre y espontánea. “Sus comentarios son que ya no se sienten solos, que tienen nuevos amigos y que han aprendido a valorarse, a reconocer sus fortalezas y también que les gusta asistir al colegio. Yo creo que los jóvenes, luego de finalizar los talleres, ven más su proyecto de vida. Hay motivación por estudiar y conocer”, destaca.
Estos talleres se han podido realizar gracias al apoyo de la Fundación Irarrázaval, como señala el Hermano Javier: “El primer aporte de la Fundación Irarrázaval es creer en los jóvenes y en la Educación Técnico Profesional”, afirma. Y añade que la fundación tiene “visión de educación, formación y enseñanza, y esto es un desafío para los que trabajamos en educación, porque realmente motiva a desarrollar proyectos innovadores donde haya espacio para el desarrollo integral de los jóvenes”.
En definitiva, concluye: “El aporte de la Fundación Irarrázaval trasciende al aporte económico, porque toca el corazón de los jóvenes y les permite creer que es posible vivir una vida mejor y que tienen una misión en la vida. El aporte se traduce en dar alas para que los jóvenes aprendan a volar”.
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