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Baja aprobación en asignaturas como Física y Matemáticas, tenían muchos alumnos al ingresar al Liceo Bicentenario People Help People de Pullinque, en la comuna de Panguipulli. Ante esta realidad, profesores de los distintos departamentos se unieron e idearon el proyecto “Mi casa Inteligente” con el fin de potenciar las habilidades deficientes, y al mismo tiempo, solucionar algún problema doméstico que afectara a un estudiante del establecimiento.

“En los diagnósticos, en Física teníamos un 8% de aprobación y en cálculo un 10% de aprobación. No eran resultados suficientes para comenzar con los contenidos del semestre. No dominaban, por ejemplo, el algoritmo de la división, o las tablas de multiplicar, que son habilidades básicas”, cuenta Benjamín, profesor de Robótica y Automatización del Liceo Bicentenario People Help People Pullinque.

De esta problemática surgió el proyecto “Mi casa inteligente”.  Claudio Pailañir, director del establecimiento, cuenta que se buscó, además de nivelar los conocimientos de los alumnos, acercarlos a la tecnología y solucionar un problema real.  “Se vio la necesidad de incorporar energía a las casas de nuestros estudiantes que viven en sectores rurales, porque muchos no cuentan con instalaciones eléctricas”, dice.

En definitiva, “Mi casa inteligente” reúne a los departamentos de Tecnología (Robótica y Física Aplicada), Ciencias (Física) y Matemáticas y es un proyecto donde se emplean metodologías de ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos), STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y P21-4C (pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad).

Teoría, práctica, y harta motivación

Para desarrollar el proyecto, los estudiantes tienen que dominar ciertos contenidos, como detalla Benjamín, y es ahí donde comienza la nivelación: “juntos (los departamentos) desarrollamos una guía de aprendizaje para entregar los conocimientos mínimos a los chicos, de Matemáticas, Física, Robótica y Automatización. Además, le dimos un sentido cronológico a este proyecto con una guía de aprendizaje, la cual tenían como libro de enseñanza”, señala.

Con el paso de las semanas, los estudiantes se dieron cuenta que habían visto los contenidos: división, suma de fracciones o números racionales, pero no se acordaban. “Cada semana, ellos tienen una prueba de proceso. Y los resultados se dispararon. Pasamos de un 8% de aprobación en preguntas de cálculo, a tener un 80% de aprobación en la primera prueba y un 90% en la segunda. Los resultados hablan por sí solos”, afirma Benjamín.

El profesor cuenta que esta iniciativa ha tenido una excelente acogida: “Los estudiantes están super motivados. Nosotros les planteamos el proyecto, que era un circuito eléctrico domiciliario, para suplir una necesidad de uno de sus compañeros y se motivaron bastante”. Ellos mismos participaron en la propuesta de la problemática, eligiendo la que les pareció mejor.

Además de nivelar las habilidades descendidas, el proyecto de automatización les abrió distintos horizontes a los estudiantes: “los niños se dieron cuenta que podían ejecutar el proyecto en sus propias casas, de hecho, muchos preguntaban sobre el valor de los equipos, porque querían hacer una casa inteligente en su propio hogar”, relata el profesor de robótica y añade que, además, lo vieron como una estrategia de negocio.